miércoles, 27 de junio de 2012

Capítulo 1

¡Hola! Vengo a informarles que ya está publicado el primer capítulo del fic. Lo pueden encontrar en FanFiction.Net, pero debido a una política de rating voy a publicarlo aquí también para no tener problemas. Disfrútenlo ^_^


Resumen: Tener a Hermione Granger de prisionera puede ser algo muy beneficioso para obtener información. Y algo muy peligroso si involucramos una venganza y una serie de reacciones se desencadenan en nuestro interior. Draco Malfoy sabe muy bien lo que les dice. DRAMIONE, LONGFIC.

Disclaimer: Personajes de JK Rowing.
Nota de autora al final. Beta: ILSly.

El placer del dolor.
Capítulo 1:
Podía sentir el miedo, el terror, correr por sus venas.
Las palabras llegaban distorsionadas a sus oídos, el dolor físico era insoportable; le embotaba los sentidos y su cerebro no quería escuchar, se esforzaba por no escuchar.
Sentía pavor de oír la palabra que haría a su cuerpo retorcerse en dolor, la palabra que evocaría la maldición de la que tanto había escuchado hablar, esa que era temida por todos; salir de la varita de Bellatrix Lestrange. La bruja con el mayor talento innato para maldecir.
Sentía miedo de que un nuevo Crucio resonara en la sala.
Su cuerpo tirado en el centro estaba hecho un ovillo y demostraba debilidad, tal como debía ser ante los sangre pura, ante sus superiores. Cada uno de sus músculos estaban agarrotados, aún temblaba producto de los impactos de maldiciones anteriores, miles de cuchillas parecían atravesarla. Sabía que sus amigos también se encontraban en la mansión, apresados en los calabozos seguramente.
En ese mismo instante su vida no le importaba, su único objetivo era ganar tiempo, un presentimiento le decía que la ayuda llegaría, que sólo debía ganar tiempo, para que; de esa manera Harry Potter pudiera salir de allí con vida. Y la mejor manera para lograrlo era ofrecerse como señuelo.
Cada respuesta que daba era por acción automática, no pensaba, solo actuaba, contando con poco tiempo, éste apremiaba. Solo esperaba que la ayuda llegara rápido, no sabía cuanto mas podía aguantar, el dolor era insoportable.
Trató de enfocar su vista en algún lugar de la sala, pero desde su posición en el piso era un trabajo complicado, llegaba a distinguir a Greyback a un costado, esperando impaciente para poder lanzarse sobre ella. Su atacante; Bellatrix, se encontraba al frente mostrando un aire sádico e imponente, serena y agitada. Al otro costado se encontraba la señora Malfoy, Narcisa, altiva a pesar de que la situación no le agradase. A la izquierda de la mayor de las hermanas Black, Lucius Malfoy miraba con desdén a la impura que estaba en suelo, mientras que a la derecha las orbes grises de Draco brillaban con fiereza, pero sin que se pudiera identificar el verdadero motivo de tal brillo.
Hermione se quedó mirando esos ojos; aunque fuera por última vez. Si iba a dar la vida por sus amigos, por lo menos, vería esos ojos color plata, disfrutaría de deleitarse con ellos en ese mismo momento, saciaría la sed que desde el colegio estaba instalada en su ser. Seis años mirándolo en secreto, seis años de suspirar por él, a pesar de los insultos y las peleas, seis años de guardar esa atracción en lo más profundo de su corazón.
Se le cortó la respiración cuando el peso de la mirada del príncipe de Slytherin recayó en su persona. Una perversa sonrisa surco el rostro del primogénito de los Malfoy, una sonrisa que no presagiaba nada bueno, nuevamente el temor comenzó a apoderarse de su cuerpo. Quedó paralizada al escuchar las palabras del blondo.
- No conseguirás nada de la sangre sucia, tía.
-¿Y qué es lo que pretendes entonces, Draco?- contesto la mortífaga sin despegar la vista de su prisionera.
-Encárgate de Potter y del pobretón, déjamela a mí, usaré mis métodos.
Podría recordar muchas cosas de ese momento, pero sería una blasfemia no recordar el brillo lujurioso que las orbes del chico presentaban, sería una infamia el olvidar la sonrisa y la mirada libidinosa de Lucius Malfoy en esos momentos. No se podría pasar por alto la sonrisa orgullosa que surcaba el rostro de Bellatrix, y eso, eso fue lo que realmente la atemorizó.

Veía el cuerpo de la impura retorcerse y gritar en el piso, a causa del dolor que le provocaban los repetidos Cruciatus que impactaban en su ser. Se podía notar como la respiración era trabajosa, como sus músculos estaban agarrotados, pero aún así no hablaba, aún así se mantenía firme en sus ideales. No traicionaba a sus amigos, a su causa. Mentía y ofrecía su vida por protegerlos…
En el colegio nunca se había detenido a mirarla, ella era una impura, escoria, no merecía su atención. Pero verla ahí, en el suelo de su casa, siendo torturada, con una entereza difícil de creer, eso, sí que le llamó la atención. Entonces no pudo evitar mirarla, no pudo negar que era toda una mujer, no pudo pasar por alto el que ya no era la niña mandona y mojigata que caminaba por los pasillos de Hogwarts.
Casi podía oler el miedo de la chica, lo notaba en sus ojos, el color miel que usualmente brillaba en una mezcla de valentía y conocimiento se encontraba opacado. Aún brillaban, sí, pero se podía palpar en el aire que era por temor…
Verla débil, desprotegida y sin sus amigos, podría ser considerada por Draco como una parte de su venganza, venganza por todos los años de humillaciones y desprecios, venganza por el puñetazo que le dio en tercero, venganza por mandar a su padre a Azkaban. Pero esto solo era una parte, una mínima parte de su plan, le haría pagar cada uno de sus desprecios. Con creces.
La venganza es un plato que se crea caliente, pero que se saborea en frío. Y él, lo disfrutaría al máximo.
Su mente trabaja a mil por hora; casi podía sentir a su cerebro funcionar, buscando y seleccionando un plan lo suficientemente bueno como para que esa niñata impura suplicara su muerte y rogara que todo acabase. Entonces fue cuando notó el peso de una mirada sobre sí mismo, sintió ganas de reír sin parar cuando se dio cuenta de quien lo miraba. La sangre sucia se encontraba mirándolo desde el suelo, casi con placer.
Draco no pudo evitar que una perversa sonrisa surcara su rostro, sin saberlo, la misma impura acababa de darle una venganza perfecta, una que la haría sufrir como nunca, una que dejaría a su alma corrompida por siempre.
-No conseguirás nada de la sangre sucia, tía.- dijo con la mirada fija en el cuerpo de la joven.
-¿Y qué es lo que pretendes entonces, Draco?- contesto la mortífaga.
-Encárgate de Potter y del pobretón, déjamela a mí, usaré mis métodos.
Un enorme placer le recorrió la espina dorsal al ver como la chica parecía encogerse mas en su lugar, luego pudo percibir la sonrisa y mirada de su padre, quien seguramente querría participar de su plan y él; por supuesto, no se lo negaría. Lo que mas orgulloso de sí mismo lo dejó, fue la sonrisa orgullosa que adornaba el rostro de su tía, seguro de que tenía toda la aprobación necesaria para llevar a cabo su plan.
Aunque primero no le quitaría a su querida tía el disfrutar un poco más de su nuevo juguete, de la reciente adquisición de la amiguita de Potter.
No se negaría a sí mismo el escuchar sus gritos una última vez.

Estaba aterrada, sentía su corazón golpear contra sus huesos, casi como si quisiera salirse de su cuerpo.
Olía el peligro acechándola sin darle escapatoria.
¿Qué métodos podría utilizar Malfoy? ¿Cuáles? ¿Por qué Bellatrix Lestrange sonreía tan orgullosa? Miles de preguntas golpeaban su cabeza. Si antes se había esforzado por no escuchar, ahora deseaba fervientemente no pensar, no imaginar.
Las ideas surcaban su mente, era consiente de que Draco Malfoy la odiaba, de que querría humillarla y lastimarla lo mas que se pudiera, que cumpliría una venganza muda que tenía contra ella.
No pudo evitar que las lágrimas comenzaran a correr por sus mejillas, presa del miedo, sin fuerzas para más. Le costaba trabajo respirar, podría asegurar que tenía al menos un par de costillas rotas, su cuerpo estaba entumecido por permanecer tanto tiempo en el piso duro y frío de aquel lugar, ya no quería mas. A pesar de que luchaba interiormente contra sí misma, empezaba a desear que todo acabara, que el dolor terminara, que los Cruciatus no golpearan mas en su cuerpo. Ya no tenía sentido seguir viva si el dolor continuaba.
La mente comenzaba a fallarle, estaba perdiendo la poca cordura que la mantenía unida a la cruel realidad. Los párpados le pesaban, el dolor menguaba poco a poco, y de la misma manera en la que el dolor desaparecía sus sentidos perdían fuerza, ya casi no distinguía las palabras, mucho menos las voces. Pero esa palabra no la olvidaría nunca, ni siquiera en su lecho de muerte.
-¡Crucio!- El grito de Draco Malfoy resonó en toda la estancia, de la misma manera que el suyo propio.
-¡AAAHHH!- Luego de eso, perdió la conciencia.

-¿Qué pretendes hacer para que hable, Draco?- pregunto Lucius a su hijo.
-Mi único objetivo es vengarme, padre. Hacer que pague por todo lo que hizo, nada más.- dijo el ojigris.
-Entiendo, cuentas con mi apoyo, pero como ya sabrás yo también he de intervenir en tu venganza.
-No tengo problema con eso. Cuanto más sufra esa maldita, mas disfrutaré de mi plan.
Padre e hijo se encontraban platicando en el despacho principal de la casa, el mayor de los Malfoy había pedido hablar con su primogénito al no entender la actitud del chico.
Luego de maldecir a la impura, Draco, dio la orden de trasladarla a una de las habitaciones de los pisos superiores, hecho que desconcertó a casi todos los presentes en el lugar.
Ningún prisionero iba a esas habitaciones, hecho que fue remarcado fervientemente por Bellatrix, pero el heredero de los Malfoy había hecho oídos sordos a cada petición, después, para que todos quedaran conformes, se dispuso a aclarar que solo la trasladaba a un cuarto decente para llevar a cabo su plan. Aunque para muchos esa simple exclusa basto como pretexto, para Lucius, su padre, no fue así. Pidió hablar con él en su despacho y allí estaban.
Ahora un poco más satisfecho, el mayor de ambos rubios, decidió tomar las riendas de la situación.
-Creo, querido hijo, que es hora de que me dejes encargarme de la mosquita muerta de Granger.- A su hijo solo le alcanzó con mirarlo unos momentos, para saber que su padre sabría que hacer.
-No quiero que la lastimen físicamente, no aún. De momento solo quiero lastimarle el alma.- El gris de sus ojos se oscureció debido al odio que lo carcomía por dentro.- No quiero ver magulladuras en su piel, padre.
Con un gesto de cabeza, el hombre asintió, dando a entender que había comprendido. Dando media vuelta, haciendo ondear su capa, se dirigió a las habitaciones de los pisos superiores, mas específicamente a la habitación donde se encontraba la amiguita de Potter. Tal como Draco deseaba, no le dejaría marcas en ningún otro lugar que no fuera su alma.

La superficie suave en la que se encontraba acostada la desconcertó, lo último que recordaba era el dolor más grande que jamás pudo haber sentido, mayor incluso que el proporcionado por los Crucio de la mortífaga más famosa. No le quedaba duda del odio visceral que el joven mortífago sentía hacia ella, y por eso la confundía tanto sentir una superficie suave y mullida soportando su peso.
Aún mantenía los ojos cerrados, temerosa de abrirlos. No sabía con que se podía encontrar esta vez, poco a poco decidió sacar el valor Gryffindor que supuestamente corría por sus venas abriendo un ojos primero y luego el otro.
El lugar en donde se encontraba descansando era una habitación prolijamente ordenada, con finas cortinas de seda color esmeralda, muebles antiquísimos de roble, pertenecientes probablemente a generaciones anteriores, un escritorio color caoba y sobre una de las paredes, una biblioteca enorme. Una sonrisa adornó su rostro de forma automática, era como si el lugar hubiera sido arreglado especialmente para ella –lo que Hermione no sabía era que, efectivamente, el lugar estaba predestinado para ella-. El temor comenzaba a desaparecer cuando de improvisto la puerta del cuarto se abrió y por ella entro, con su andar soberbio y elegante, Lucius Malfoy.
La sonrisa en el rostro del mago logro borrar la poca confianza que había conseguido reunir. Nuevamente el miedo se instaló en su conciencia, segura ahora sí, de que no saldría con vida de aquel lugar.

Bienvenidos todos a una nueva historia... Un long fic que ya tengo comenzado, que ya tiene beta y algunos capis avanzados ^_^ Me va a costar. Mucho, lo sé, trataré muchas cosas que solo he leído. Pero aún así me arriesgo. He de avisar que tengo tres proyectos anteriores a terminar, así que imaginen lo que puedo demorar, desde ya pido disculpas.
Como dice es un Dramione, como notan comienza en la captura del trío dorado en la mansión Malfoy, y desde ahí se modifican algunas cosas. Ignoren el epílogo. Espero que sea de su agrado.

Besos, Ceci.