martes, 11 de septiembre de 2012

Capitulo 3


Disclaimer: Personajes de JK Rowling.
Beta: ILSly.

El placer del dolor
Capitulo3: Prisionera.
Allí, parado frente a ella, se erguía en pose orgullosa y altiva su captor, Draco Malfoy: Su verdugo. Porque Hermione sabe, durante todo el tiempo que lleva encerrada, lo supo; Draco Malfoy es su verdugo, que será él quien la lleve a la muerte.
Su seguridad flanquea al tenerlo frente a frente, cara a cara, pero su orgullo Gryffindor no le da tregua, ella no permitirá que un Sangre Pura le domine y la doblegue a su voluntad. Pese a temer un ataque, un crucio quizás; por parte del mortífago, Hermione alza la cabeza y a duras penas compone un gesto de desprecio en su cara.
Está en sus manos pero no por eso dejará que la desprecie.
Malfoy la ha mantenido con vida, es conciente de eso. Él es quien mandó la llevaran a su actual cuarto, y esta segura de que Lucius Malfoy no la ha matado por órdenes de su hijo. Ahora todo tiene sentido, Zabini es amigo del rubio, y es su padre quien se encarga de herirla psicológicamente. No entiende cómo no lo noto antes… Malfoy la vigila constantemente, ¡y ella no se dio cuenta!
-Entra.- le ordena con voz indiferente, pero con los ojos relampagueando furiosos. El color gris está oscurecido, ya casi son negros.- ¡Entra!- vuelve a ordenar.
-Nunca, hurón. No me manejarás a tu voluntad, ¡antes prefiero morir!
Draco avanza a paso rápido, y sin importarle la fuerza aplicada la toma del brazo con brusquedad. Está enojado y no tiene paciencia para discusiones con prisioneras. Hay demasiadas preocupaciones rondando en su mente como para ponerse a pelear con Hermione Granger.
Lo preocupa su situación, la de su familia, ya ni siquiera su tía Bellatrix posee la confianza de antaño que El Lord depositaba en ella, y todo por culpa de la fuga de Harry Potter. Así que ahora su único fin es sacarle información a la chica, aunque sabe de sobra que eso no es tarea fácil, pero lo conseguirá. No le importan los métodos que vaya a utilizar, no le interesa maltratarla, ni nada. No tiene siquiera un límite de tiempo pues Lord Voldemort no se lo impuso, sabiendo probablemente que no será nada simple.
Su Señor sólo ordeno saber los planes de Potter, y eso es lo que él piensa averiguar, usando para ello no solo su astucia, sino también los métodos más crueles que se le puedan ocurrir.
La arrastra hacia adentro de su propia habitación, y le dice a Blaise que ya cumplió con su trabajo, Zabini inclina la cabeza a modo de saludo y desaparece caminando con aire despreocupado, pero elegante.
Lentamente voltea, mirando hacia dentro, Hermione le mira con mirada centelleante de furia, aunque puede notar cierto brillo de temor. Sonríe complacido del efecto que provoca en la chica y camina dos pasos hacia delante, notando como ella retrocede la misma cantidad de pasos, quedando acorralada entre la pared y su escritorio, la sonrisa en su cara se ensancha.
-Vaya sangre sucia, pensé que serías mas valiente. Pero parece ser que eres solo una gatita acorralada.- dijo el rubio con sorna, divirtiéndose a su costa.
Hermione sólo le envió una mirada de desprecio para cruzarse de brazos y darse la vuelta, dándole la espalda. Cosa que enfureció a Draco a niveles extremos, así que decidido a mostrarle a Granger quién mandaba se acerco lo suficiente como para no permitir que ella diera siquiera un paso.
-Y por lo visto tampoco entiendes, ¿verdad Hermione? Yo soy quien manda, niña. Estás en mis manos.- Por algún extraño motivo, la castaña se estremeció cuando su nombre salió de los labios del mortífago, y a él le produjo placer notar eso. Tenerla tan cerca comenzaba a hacerlo perder los nervios.
-¿Qué deseas de mi, Malfoy? Aunque esté en tus manos nunca te obedeceré, no conseguirás nada.- Respondió ella, tratando de ignorar la presencia del chico, cosa bastante difícil debido que podía sentir su respiración rozarle el cuerpo y erizarle la piel.
Draco entorno los ojos, esa impura estaba sacándolo de quicio, enfrentándolo y demostrándole que no podía con ella, pero ya todo eso acabaría, él mismo se encargaría de hacer que Hermione Granger aprendiera una lección y dejara de ser una niña prepotente que sólo lo desobedecía.
Fijó sus ojos en el cuerpo de ella, mirándole de arriba abajo, recorriendo sus curvas, delineando su figura. Sí, Granger tenía un cuerpo de infarto por más que se empeñara en ocultarlo, quizá, si no se mostrara tan mojigata en Hogwarts, incluso podía haber tenido un par de encuentros furtivos con ella. Entonces recordó la mirada marrón de la castaña mientras la torturaban y una idea surgió en su mente: la seduciría.
No se imagina lo equivocado que está.
Poso sus manos en la cintura de ella, y volvió a sentir como se estremecía, produciéndole una nueva sonrisa, pero no por eso detuvo sus movimientos. Siguió con sus manos fijas en la cintura de la castaña, pasando también su nariz por su cuello, aspirando el aroma a Jazmín de su cuerpo. Sentía claramente el temblor del cuerpo de ella bajo su tacto, frágil y a la vez luchando contra las sensaciones que la invadían.
-Vamos, Granger, admítelo. Estás disfrutando el tenerme tan cerca, el sentir mis manos sobre tu cuerpo. No lo niegues tus reacciones te delatan, apuesto a que estás toda mojada.- Hermione cerro los ojos fuertemente, apretando los párpados. Malfoy tiene parte de razón, pero nunca; ni bajo pena de muerte; va a admitirlo.
De pronto abre los ojos desmesuradamente, con sorpresa, al sentir las manos del chico bajar hacia su cadera, para comenzar a levantar suavemente y con parsimonia la falda del vestido que lleva puesto.
-Suéltame, maldito hurón.- Escupe con furia tratando de zafarse de sus caricias, en vano.
Pero Draco no la suelta, sino que sigue con su propósito. No piensa detenerse a menos que realmente el cuerpo de ella le diga que sus roces no provocan nada. Quiere seducirla y tiene dos motivos para hacerlo, el primero: así será más fácil su venganza, el segundo: quizá eso logre hacer que le diga los planes de Potter; consiguiendo de esa forma la aprobación de Su Señor.
Con suavidad la toma por la cadera y le da vuelta para verla a los ojos mientras la tortura dulcemente, subiendo el vestido de manera delirante, lentamente, pero marcando a fuego su tacto sobre la suave y tersa piel que para él es desconocida. Aunque dentro de su pecho, o tal vez en su orgullo, se siente herido, esperaba después de todo que fuera más difícil, que ella no permitiera tan rápidamente que la tocara.
Y eso es lo que hace que aunque quiera poseerla sólo para demostrarle que él tiene el control, sus planes cambien.
Tan pronto como comenzó con aquel juego, lo acabó… de manera brutal y violenta, olvidándose por completo de ese fuego interno que parecía consumirlo, para dar paso al hielo y cubrirse con su máscara de cinismo, para no respetar a la mujer que sigue estremeciéndose aún sin sus caricias, para dejar que su odio lo domine. Su mano vuela rápida y certera hacia el cuello de su prisionera, apresándolo con fuerza, apretando con ansia asesina, con sed de venganza.
Los ojos marrones de Hermione se abren del asombro mientras contempla esas orbes grises que la miran con el más puro odio, la respiración se le vuelve dificultosa debido a la presión ejercida sobre su garganta, pero en ningún momento baja la mirada, desafiando a su captor, demostrándole que si es necesario morir lo hará con orgullo. A pesar de que en su corazón un sentimiento sin nombre y que trata de apagar, de enclaustrar bajo siete candados para no dejarlo salir a flote, hace que Draco Malfoy sea una parte en su vida de la que no quiere escapar, sabe que no puede ser y que no será nunca, no le importa que la mate, ni le interesa lo que le haga, por eso cuando su cara gira con fuerza para un costado, producto del increíble puñetazo que él le aplica, no suelta ni una lágrima, no mueve ni un músculo.
-Eso es por el del tercer curso.- dice Draco, hablando lentamente, tratando de controlar sus actos.
Ha perdido el dominio de su cuerpo sólo un momento, un efímero instante que basto para hacer que se diese cuenta de que su venganza no debía ser a base de heridas físicas, o no por ahora. Ya no volverá a dejarse llevar, buscará formas más sutiles de hacer que la impura hable sin perder el objetivo de su venganza: seducirla.
La escucha respirar agitadamente y voltea a mirarla, ella no se ha movido desde el brutal golpe, sigue inclinada sobre un costado y la única diferencia es que ahora una de sus manos esta posada donde comienza a formarse un moratón violáceo. Pero no se mueve, quizá sea prudencia, quizá temor, valentía… O talvez solo sea que no va a moverse, ella no es tonta.
A pesar de ser un mortífago, un asesino potencial, Draco no es un hombre miserable, detesta golpear a las mujeres, esa es la única diferencia que tiene con Lucius, de resto él y su padre son iguales, en el físico: ambos rubios, de ojos grises, con porte altivo y elegante, caminar seguro, ambos arrastran las palabras; y en el carácter: personas fuertes, decididas, soberbias, arrogantes, impulsivos, calculadores, fríos e inexpresivos, apasionados… Pero su padre suele golpear a las mujeres, él no. Aunque si tiene que ser sincero, tampoco le importaría golpearla cuando lo desobedezca, quizá y de esa forma logre aprender que él es quien da las órdenes y ella debe obedecer.
Una pequeña demostración de su poder con ella no le hará mal.
-Has sido tratada decentemente sin merecerlo, deberías estar agradecida Granger, ningún prisionero ha recibido tal trato en esta casa.- Él habla lento, saboreando las palabras. Estudiando a su presa.- Pero eso va a acabar… ¡Nott!
Hermione reacciona frente al llamado de Malfoy, recuerda a Theodore Nott, es un estudiante de Slytherin que solía pasar mucho más tiempo que ella en la biblioteca, la última vez que lo vio estaban en quinto curso. Era un chico alto, con una complexión parecida a la de un niño, cabello castaño y ojos azules. Si tuviera que describirlo con una sola palabra esa sería "solitario". Theodore Nott era un chico solitario. Nunca supo de él luego de ese año, supuso que lo habían sacado del colegio, pero no estaba segura. Y a decir verdad, tampoco le interesaba saber mucho de ese chico.
Ahora, viéndolo por primera vez en dos años, podía notar los cambios en el chico. Ya no parecía un niño muy alto, sino que sus músculos se apreciaban aún a través de la ropa, había crecido un poco más llegando casi al metro ochenta de estatura, sus ojos azules brillaban más que nunca, el cabello castaño lo llevaba cortado irregularmente pero por sobre los hombros, atado en una descuidada coleta. Y su aura parecía envolverlo, era maligno, casi perverso.
Y ella sintió miedo.
Mucho miedo.
-Espero que tu estadía en las mazmorras de aquí sea agradable, Hermione.- Pronuncia Draco.- Nott, que no reciba ningún tipo de atención, es una impura, una prisionera. Será nuestro juguete.

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