Disclaimer: Personajes de JK.
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Máscaras
Los grilletes le lastimaban las muñecas, su cuerpo volvía a estar entumecido producto de lo duro y frío que era el lugar donde yacía, nuevamente le costaba trabajo respirar, aunque esta vez nada tenían que ver los Crucios, y lo único que su mente y su instinto podían percibir era el miedo.
Del más puro y primitivo.
La oscuridad de aquel lugar era desgarradora, perfectamente comparable a la oscuridad que dejan la muerte y la soledad. Y es que probablemente había tentado muchas veces a la suerte, y salido con vida todas ellas, pero ahora, otra era la historia.
Apresada por los Mortífagos, prisionera de aquel que siempre la odió, que la humillo. Y a quien, curiosamente, también hubo humillado. Ese chico que se convertía en un hombre, perverso, malvado; sin rastro alguno de humanidad… Draco Malfoy.
Su maltratado cuerpo pedía que todo acabara pronto, más su orgullo, su corazón valiente; puro y noble, ese corazón Gryffindor le decía que debía seguir aguantando, que si iba a morir, debía hacerlo valientemente y seguir luchando. Ella iba a morir por sus amigos, sus ideales. Por ella misma.
Pero Hermione comenzaba a pensar que la intención de su captor no era matarla pues cada tortura, cada golpe, cada maltrato recibido venía después de que ella se negara a contestar alguna pregunta sobre Harry o sobre la Orden, ella comenzaba a sospechar que el objetivo de Voldemort era sacarle información.
Que equivocado estaba si creía que lo iba a conseguir.
No sabía cuanto tiempo llevaba en las mazmorras, cuantas noches había estado calándose de frío a punto de enfermar, o cuantos golpes ni moretones cubrían su cuerpo, mucho menos cuantas veces notó la mirada oscurecida de Malfoy, mirándola sufrir, analizando sus movimientos y sus palabras, incluso más de una vez, creyó notar como la mirada se le oscurecía de deseo.
Era ilógico eso, él la odiaba, él se divertía con su sufrimiento, no podía desearla. Pero no encontraba otro motivo por el que se le pudieran oscurecer las pupilas cuando su mirada vagaba por sus curvas, ella lo había notado pero nada podía hacer.
La celda en donde estaba se abrió, permitiéndole ver a Theodore Nott, el encargado de su tortura. Esa vez más que nunca se le veía perverso, imponente y oscuro. Rodeado de la sombra que deja la muerte, envuelto en un aura negra, los ojos oscurecidos completamente y con una sonrisa; malvada y maldita, adornando su rostro.
Parecía un ángel caído del cielo; o subido del mismo infierno.
El mortífago se acercó a ella lentamente, saboreando cada paso. Hermione lo miraba temerosa, con él nunca sabía de donde podía provenir el golpe, pero para su asombro él solamente la libero de los grilletes.
Pansy Parkinson, sangre pura, Slytherin y perfecta. Una niña que ocultaba condenadamente bien su verdadera personalidad bajo la careta adecuada. En el colegio, una chica frívola y superficial. En su Mansión, la chica consentida de su padre, pura, casta, obediente; inocente.
Con los mortios más peligrosos, la alumna sagaz, fría y calculadora, aquella capaz de matar a sangre fría.
Ella, con sus ojos azules y su cabello negro como la noche, es la imagen perfecta de la inocencia y la sensualidad, porque esa mujer puede ser una serpiente o una leona, sólo ella podrá con esa misión, es la indicada, la que Lord Voldemort necesita, y lo hará. Mejor que cualquier otra. Es una chica, una mujer, que sabe desenvolverse en cualquier ámbito, puede matar con tanta facilidad como puede ponerse a llorar. Criada en el mundo de la fingida cortesía, educada para sonreírle a todo aquel que se le ponga enfrente. Nadie controla mejor los gestos que ella, nadie a excepción de Malfoy, pero para esta misión es imprescindible que sea una mujer. Nadie desconfiará de esa chica con aspecto y mirar de ángel, ningún miembro de la tan preciada Orden del Fénix desconfiara de ella, nunca sabrán que hay un infiltrado.
Y para lograr ese objetivo, infiltrarse en los buenos, debilitarlos desde dentro, necesitan golpear a uno de los eslabones más fuertes y más cercano a Harry Potter. Por eso lo eligieron a él, un hombre, recién casado, joven y fuerte, valeroso pero inexperto. Es atractivo, endiabladamente atractivo. Inteligente y perspicaz, alguien con quien hay que saber mover muy bien las piezas si quieres no ser descubierto, pero al mismo tiempo el más sencillo de engatusar. Porque a pesar de ser noble, dentro de si, convive una parte oscura, indecisa, que solo espera a quien sepa jugar su juego para despertar, cual títere a la persona que mueve sus cuerdas.
La encargada de comenzar a jugar y mover las cuerdas es ella, la única que podrá dominarlo a su antojo, Pansy.
Porque su objetivo es simple, y al mismo tiempo difícil. Porque conquistar a Bill Weasley será un reto, y cuando lo logre, un verdadero placer. Fue ese el mayor motivo para aceptar.
Ahora, mientras lo observa caminar con cautela por Diagon Alley, se da cuenta de que tal vez, y solo tal vez, eso será más complicado de lo que parece. Porque ningún hombre anterior logro mojarle las bragas como lo hace ese hombre con una sola mirada y su forma de caminar, porque sí, William Weasley acaba de mirarla como si no hubiera otra mujer en la tierra.
Hermione camina lento, arrastrando los pies y mirando al frente. Su agotamiento físico y mental no le permite más.
Vagamente distingue varias puertas, está segura de que ninguna es la de la habitación de Draco, por lo que intrigada presta un poco más de atención. Aún no ha salido de la parte tenebrosa de la casa, las paredes oscuras y lúgubres se lo dejan saber, de seguro está en una especie de sótano. No muy lejos de las mazmorras.
De pronto siente unas manos grandes, demandantes, sujetarla fuertemente por el brazo y hacerla parar. Nott utiliza su varita para abrir una puerta en la pared de la izquierda y Granger se paraliza del miedo.
Es una sala de torturas muggles.
El castaño la empuja dentro, y ella sin fuerzas para pelear lo permite. La sala esta vagamente iluminada, pero es suficiente luz como para hacerla entrecerrar los ojos, acostumbrada a la oscuridad, hay cuatro antorchas con un fuego color verde, una por cada esquina. En el centro, una cama de hierro, igual a la que había en donde estaba, con grilletes. Al costado de aquella especie de lecho hay una silla. Las paredes del lugar están cubiertas de objetos que Hermione no vio nunca, pero que esta segura, no le van a agradar en absoluto.
Theodore la guía hacia la cama, y como si fuera una pluma la alza y acuesta sobre ella. No la ha sujetado por el momento, pero sabe que no demorara mucho en hacerlo. Él comienza a bajar el cierre del vestido que lleva puesto, lo hace tranquilo, sin mirarla, pero recorriendo con sus manos la mayor cantidad de piel expuesta posible, Hermione se remueve inquieta y asustada por el rumbo que todo está tomando. Sus ojos chocan, azul contra marrón.
-Ordenes del jefe.- pronuncia Theo.
Ella gime asustada, ahora sabe que Malfoy esta detrás de todo eso.
-Has logrado algo con la prisionera, Draco.- pregunta, aparentemente tranquilo e imperturbable, Lord Voldemort.
Malfoy aprieta los labios, convirtiéndolos en una fina línea sobre su rostro, tratando de encontrar una respuesta que satisfaga a su Señor. Negándose completamente a admitir que la chica no esta cooperando, furioso consigo mismo al ver que sus métodos no surten el efecto esperado.
-Tomaré tu silencio como un no, Malfoy.- prosiguió el hombre, caminando elegantemente por el despacho que los Malfoy le prestaron tan amablemente. Marcando su presencia allá donde pasara, pero sin lograr intimidar al chico, un mocoso, en lo más mínimo.- Fue una buena idea, usar uno de nuestros reclutas para una misión parecida, lamentablemente, aún no hemos podido llevarla a cabo.- volvió a hablar, deteniéndose frente al chico, quien a pesar de ser conocido por todos en la mansión, llevaba puesta la túnica y la máscara propia de los Mortífagos.
-Señor, si solo me diera un poco más de tiempo… Quizá podría utilizar otrasmaneras para sonsacarle información sobre Potter…- comenzó el rubio con un gesto de sumisión.
-¡Tiempo! Todo se reduce al tiempo, Draco.- dijo el mago oscuro, sus ojos rojos brillando de enojo.- Éste nos apremia, no puedo permitir que Potter me derrote, y todo depende de tu brillante actuación con la señorita Granger.- Detuvo nuevamente su caminata, parándose frente al chico.- Tienes exactamente un mes, Draco Malfoy.
El vestigio de lo que alguna vez fuera Tom Riddle, un adolescente guapo e inteligente, elegante, la representación perfecta de lo que un mago sangre pura que se precie debe ser, salio del recinto con su caminar seguro y Nagini enroscada en su cuello.
El heredero de los Malfoy, en cambio, permaneció unos momentos más parado en medio de aquel despacho decorado elegantemente, un rictus que es mezcla de enojo, asco y temor pintado en sus facciones aristocráticas. La cabeza agacha, impidiendo que sus ojos sean descubiertos, su plan de venganza tomando más fuerza en su mente. Súbitamente da media vuelta y sale a paso raudo y veloz en camino a las mazmorras, con una decisión tomada y la magia a punto de desbordarse de su control.
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