martes, 11 de septiembre de 2012

Capítulo 4


Disclaimer: Personajes de JK.
Beta: ILSly.

Máscaras
Los grilletes le lastimaban las muñecas, su cuerpo volvía a estar entumecido producto de lo duro y frío que era el lugar donde yacía, nuevamente le costaba trabajo respirar, aunque esta vez nada tenían que ver los Crucios, y lo único que su mente y su instinto podían percibir era el miedo.
Del más puro y primitivo.
La oscuridad de aquel lugar era desgarradora, perfectamente comparable a la oscuridad que dejan la muerte y la soledad. Y es que probablemente había tentado muchas veces a la suerte, y salido con vida todas ellas, pero ahora, otra era la historia.
Apresada por los Mortífagos, prisionera de aquel que siempre la odió, que la humillo. Y a quien, curiosamente, también hubo humillado. Ese chico que se convertía en un hombre, perverso, malvado; sin rastro alguno de humanidad… Draco Malfoy.
Su maltratado cuerpo pedía que todo acabara pronto, más su orgullo, su corazón valiente; puro y noble, ese corazón Gryffindor le decía que debía seguir aguantando, que si iba a morir, debía hacerlo valientemente y seguir luchando. Ella iba a morir por sus amigos, sus ideales. Por ella misma.
Pero Hermione comenzaba a pensar que la intención de su captor no era matarla pues cada tortura, cada golpe, cada maltrato recibido venía después de que ella se negara a contestar alguna pregunta sobre Harry o sobre la Orden, ella comenzaba a sospechar que el objetivo de Voldemort era sacarle información.
Que equivocado estaba si creía que lo iba a conseguir.
No sabía cuanto tiempo llevaba en las mazmorras, cuantas noches había estado calándose de frío a punto de enfermar, o cuantos golpes ni moretones cubrían su cuerpo, mucho menos cuantas veces notó la mirada oscurecida de Malfoy, mirándola sufrir, analizando sus movimientos y sus palabras, incluso más de una vez, creyó notar como la mirada se le oscurecía de deseo.
Era ilógico eso, él la odiaba, él se divertía con su sufrimiento, no podía desearla. Pero no encontraba otro motivo por el que se le pudieran oscurecer las pupilas cuando su mirada vagaba por sus curvas, ella lo había notado pero nada podía hacer.
La celda en donde estaba se abrió, permitiéndole ver a Theodore Nott, el encargado de su tortura. Esa vez más que nunca se le veía perverso, imponente y oscuro. Rodeado de la sombra que deja la muerte, envuelto en un aura negra, los ojos oscurecidos completamente y con una sonrisa; malvada y maldita, adornando su rostro.
Parecía un ángel caído del cielo; o subido del mismo infierno.
El mortífago se acercó a ella lentamente, saboreando cada paso. Hermione lo miraba temerosa, con él nunca sabía de donde podía provenir el golpe, pero para su asombro él solamente la libero de los grilletes.

Pansy Parkinson, sangre pura, Slytherin y perfecta. Una niña que ocultaba condenadamente bien su verdadera personalidad bajo la careta adecuada. En el colegio, una chica frívola y superficial. En su Mansión, la chica consentida de su padre, pura, casta, obediente; inocente.
Con los mortios más peligrosos, la alumna sagaz, fría y calculadora, aquella capaz de matar a sangre fría.
Ella, con sus ojos azules y su cabello negro como la noche, es la imagen perfecta de la inocencia y la sensualidad, porque esa mujer puede ser una serpiente o una leona, sólo ella podrá con esa misión, es la indicada, la que Lord Voldemort necesita, y lo hará. Mejor que cualquier otra. Es una chica, una mujer, que sabe desenvolverse en cualquier ámbito, puede matar con tanta facilidad como puede ponerse a llorar. Criada en el mundo de la fingida cortesía, educada para sonreírle a todo aquel que se le ponga enfrente. Nadie controla mejor los gestos que ella, nadie a excepción de Malfoy, pero para esta misión es imprescindible que sea una mujer. Nadie desconfiará de esa chica con aspecto y mirar de ángel, ningún miembro de la tan preciada Orden del Fénix desconfiara de ella, nunca sabrán que hay un infiltrado.
Y para lograr ese objetivo, infiltrarse en los buenos, debilitarlos desde dentro, necesitan golpear a uno de los eslabones más fuertes y más cercano a Harry Potter. Por eso lo eligieron a él, un hombre, recién casado, joven y fuerte, valeroso pero inexperto. Es atractivo, endiabladamente atractivo. Inteligente y perspicaz, alguien con quien hay que saber mover muy bien las piezas si quieres no ser descubierto, pero al mismo tiempo el más sencillo de engatusar. Porque a pesar de ser noble, dentro de si, convive una parte oscura, indecisa, que solo espera a quien sepa jugar su juego para despertar, cual títere a la persona que mueve sus cuerdas.
La encargada de comenzar a jugar y mover las cuerdas es ella, la única que podrá dominarlo a su antojo, Pansy.
Porque su objetivo es simple, y al mismo tiempo difícil. Porque conquistar a Bill Weasley será un reto, y cuando lo logre, un verdadero placer. Fue ese el mayor motivo para aceptar.
Ahora, mientras lo observa caminar con cautela por Diagon Alley, se da cuenta de que tal vez, y solo tal vez, eso será más complicado de lo que parece. Porque ningún hombre anterior logro mojarle las bragas como lo hace ese hombre con una sola mirada y su forma de caminar, porque sí, William Weasley acaba de mirarla como si no hubiera otra mujer en la tierra.

Hermione camina lento, arrastrando los pies y mirando al frente. Su agotamiento físico y mental no le permite más.
Vagamente distingue varias puertas, está segura de que ninguna es la de la habitación de Draco, por lo que intrigada presta un poco más de atención. Aún no ha salido de la parte tenebrosa de la casa, las paredes oscuras y lúgubres se lo dejan saber, de seguro está en una especie de sótano. No muy lejos de las mazmorras.
De pronto siente unas manos grandes, demandantes, sujetarla fuertemente por el brazo y hacerla parar. Nott utiliza su varita para abrir una puerta en la pared de la izquierda y Granger se paraliza del miedo.
Es una sala de torturas muggles.
El castaño la empuja dentro, y ella sin fuerzas para pelear lo permite. La sala esta vagamente iluminada, pero es suficiente luz como para hacerla entrecerrar los ojos, acostumbrada a la oscuridad, hay cuatro antorchas con un fuego color verde, una por cada esquina. En el centro, una cama de hierro, igual a la que había en donde estaba, con grilletes. Al costado de aquella especie de lecho hay una silla. Las paredes del lugar están cubiertas de objetos que Hermione no vio nunca, pero que esta segura, no le van a agradar en absoluto.
Theodore la guía hacia la cama, y como si fuera una pluma la alza y acuesta sobre ella. No la ha sujetado por el momento, pero sabe que no demorara mucho en hacerlo. Él comienza a bajar el cierre del vestido que lleva puesto, lo hace tranquilo, sin mirarla, pero recorriendo con sus manos la mayor cantidad de piel expuesta posible, Hermione se remueve inquieta y asustada por el rumbo que todo está tomando. Sus ojos chocan, azul contra marrón.
-Ordenes del jefe.- pronuncia Theo.
Ella gime asustada, ahora sabe que Malfoy esta detrás de todo eso.

-Has logrado algo con la prisionera, Draco.- pregunta, aparentemente tranquilo e imperturbable, Lord Voldemort.
Malfoy aprieta los labios, convirtiéndolos en una fina línea sobre su rostro, tratando de encontrar una respuesta que satisfaga a su Señor. Negándose completamente a admitir que la chica no esta cooperando, furioso consigo mismo al ver que sus métodos no surten el efecto esperado.
-Tomaré tu silencio como un no, Malfoy.- prosiguió el hombre, caminando elegantemente por el despacho que los Malfoy le prestaron tan amablemente. Marcando su presencia allá donde pasara, pero sin lograr intimidar al chico, un mocoso, en lo más mínimo.- Fue una buena idea, usar uno de nuestros reclutas para una misión parecida, lamentablemente, aún no hemos podido llevarla a cabo.- volvió a hablar, deteniéndose frente al chico, quien a pesar de ser conocido por todos en la mansión, llevaba puesta la túnica y la máscara propia de los Mortífagos.
-Señor, si solo me diera un poco más de tiempo… Quizá podría utilizar otrasmaneras para sonsacarle información sobre Potter…- comenzó el rubio con un gesto de sumisión.
-¡Tiempo! Todo se reduce al tiempo, Draco.- dijo el mago oscuro, sus ojos rojos brillando de enojo.- Éste nos apremia, no puedo permitir que Potter me derrote, y todo depende de tu brillante actuación con la señorita Granger.- Detuvo nuevamente su caminata, parándose frente al chico.- Tienes exactamente un mes, Draco Malfoy.
El vestigio de lo que alguna vez fuera Tom Riddle, un adolescente guapo e inteligente, elegante, la representación perfecta de lo que un mago sangre pura que se precie debe ser, salio del recinto con su caminar seguro y Nagini enroscada en su cuello.
El heredero de los Malfoy, en cambio, permaneció unos momentos más parado en medio de aquel despacho decorado elegantemente, un rictus que es mezcla de enojo, asco y temor pintado en sus facciones aristocráticas. La cabeza agacha, impidiendo que sus ojos sean descubiertos, su plan de venganza tomando más fuerza en su mente. Súbitamente da media vuelta y sale a paso raudo y veloz en camino a las mazmorras, con una decisión tomada y la magia a punto de desbordarse de su control.

Imagen ilustrativa del capítulo 3

Imagen ilustrativa del capitulo 3 ^^

Capitulo 3


Disclaimer: Personajes de JK Rowling.
Beta: ILSly.

El placer del dolor
Capitulo3: Prisionera.
Allí, parado frente a ella, se erguía en pose orgullosa y altiva su captor, Draco Malfoy: Su verdugo. Porque Hermione sabe, durante todo el tiempo que lleva encerrada, lo supo; Draco Malfoy es su verdugo, que será él quien la lleve a la muerte.
Su seguridad flanquea al tenerlo frente a frente, cara a cara, pero su orgullo Gryffindor no le da tregua, ella no permitirá que un Sangre Pura le domine y la doblegue a su voluntad. Pese a temer un ataque, un crucio quizás; por parte del mortífago, Hermione alza la cabeza y a duras penas compone un gesto de desprecio en su cara.
Está en sus manos pero no por eso dejará que la desprecie.
Malfoy la ha mantenido con vida, es conciente de eso. Él es quien mandó la llevaran a su actual cuarto, y esta segura de que Lucius Malfoy no la ha matado por órdenes de su hijo. Ahora todo tiene sentido, Zabini es amigo del rubio, y es su padre quien se encarga de herirla psicológicamente. No entiende cómo no lo noto antes… Malfoy la vigila constantemente, ¡y ella no se dio cuenta!
-Entra.- le ordena con voz indiferente, pero con los ojos relampagueando furiosos. El color gris está oscurecido, ya casi son negros.- ¡Entra!- vuelve a ordenar.
-Nunca, hurón. No me manejarás a tu voluntad, ¡antes prefiero morir!
Draco avanza a paso rápido, y sin importarle la fuerza aplicada la toma del brazo con brusquedad. Está enojado y no tiene paciencia para discusiones con prisioneras. Hay demasiadas preocupaciones rondando en su mente como para ponerse a pelear con Hermione Granger.
Lo preocupa su situación, la de su familia, ya ni siquiera su tía Bellatrix posee la confianza de antaño que El Lord depositaba en ella, y todo por culpa de la fuga de Harry Potter. Así que ahora su único fin es sacarle información a la chica, aunque sabe de sobra que eso no es tarea fácil, pero lo conseguirá. No le importan los métodos que vaya a utilizar, no le interesa maltratarla, ni nada. No tiene siquiera un límite de tiempo pues Lord Voldemort no se lo impuso, sabiendo probablemente que no será nada simple.
Su Señor sólo ordeno saber los planes de Potter, y eso es lo que él piensa averiguar, usando para ello no solo su astucia, sino también los métodos más crueles que se le puedan ocurrir.
La arrastra hacia adentro de su propia habitación, y le dice a Blaise que ya cumplió con su trabajo, Zabini inclina la cabeza a modo de saludo y desaparece caminando con aire despreocupado, pero elegante.
Lentamente voltea, mirando hacia dentro, Hermione le mira con mirada centelleante de furia, aunque puede notar cierto brillo de temor. Sonríe complacido del efecto que provoca en la chica y camina dos pasos hacia delante, notando como ella retrocede la misma cantidad de pasos, quedando acorralada entre la pared y su escritorio, la sonrisa en su cara se ensancha.
-Vaya sangre sucia, pensé que serías mas valiente. Pero parece ser que eres solo una gatita acorralada.- dijo el rubio con sorna, divirtiéndose a su costa.
Hermione sólo le envió una mirada de desprecio para cruzarse de brazos y darse la vuelta, dándole la espalda. Cosa que enfureció a Draco a niveles extremos, así que decidido a mostrarle a Granger quién mandaba se acerco lo suficiente como para no permitir que ella diera siquiera un paso.
-Y por lo visto tampoco entiendes, ¿verdad Hermione? Yo soy quien manda, niña. Estás en mis manos.- Por algún extraño motivo, la castaña se estremeció cuando su nombre salió de los labios del mortífago, y a él le produjo placer notar eso. Tenerla tan cerca comenzaba a hacerlo perder los nervios.
-¿Qué deseas de mi, Malfoy? Aunque esté en tus manos nunca te obedeceré, no conseguirás nada.- Respondió ella, tratando de ignorar la presencia del chico, cosa bastante difícil debido que podía sentir su respiración rozarle el cuerpo y erizarle la piel.
Draco entorno los ojos, esa impura estaba sacándolo de quicio, enfrentándolo y demostrándole que no podía con ella, pero ya todo eso acabaría, él mismo se encargaría de hacer que Hermione Granger aprendiera una lección y dejara de ser una niña prepotente que sólo lo desobedecía.
Fijó sus ojos en el cuerpo de ella, mirándole de arriba abajo, recorriendo sus curvas, delineando su figura. Sí, Granger tenía un cuerpo de infarto por más que se empeñara en ocultarlo, quizá, si no se mostrara tan mojigata en Hogwarts, incluso podía haber tenido un par de encuentros furtivos con ella. Entonces recordó la mirada marrón de la castaña mientras la torturaban y una idea surgió en su mente: la seduciría.
No se imagina lo equivocado que está.
Poso sus manos en la cintura de ella, y volvió a sentir como se estremecía, produciéndole una nueva sonrisa, pero no por eso detuvo sus movimientos. Siguió con sus manos fijas en la cintura de la castaña, pasando también su nariz por su cuello, aspirando el aroma a Jazmín de su cuerpo. Sentía claramente el temblor del cuerpo de ella bajo su tacto, frágil y a la vez luchando contra las sensaciones que la invadían.
-Vamos, Granger, admítelo. Estás disfrutando el tenerme tan cerca, el sentir mis manos sobre tu cuerpo. No lo niegues tus reacciones te delatan, apuesto a que estás toda mojada.- Hermione cerro los ojos fuertemente, apretando los párpados. Malfoy tiene parte de razón, pero nunca; ni bajo pena de muerte; va a admitirlo.
De pronto abre los ojos desmesuradamente, con sorpresa, al sentir las manos del chico bajar hacia su cadera, para comenzar a levantar suavemente y con parsimonia la falda del vestido que lleva puesto.
-Suéltame, maldito hurón.- Escupe con furia tratando de zafarse de sus caricias, en vano.
Pero Draco no la suelta, sino que sigue con su propósito. No piensa detenerse a menos que realmente el cuerpo de ella le diga que sus roces no provocan nada. Quiere seducirla y tiene dos motivos para hacerlo, el primero: así será más fácil su venganza, el segundo: quizá eso logre hacer que le diga los planes de Potter; consiguiendo de esa forma la aprobación de Su Señor.
Con suavidad la toma por la cadera y le da vuelta para verla a los ojos mientras la tortura dulcemente, subiendo el vestido de manera delirante, lentamente, pero marcando a fuego su tacto sobre la suave y tersa piel que para él es desconocida. Aunque dentro de su pecho, o tal vez en su orgullo, se siente herido, esperaba después de todo que fuera más difícil, que ella no permitiera tan rápidamente que la tocara.
Y eso es lo que hace que aunque quiera poseerla sólo para demostrarle que él tiene el control, sus planes cambien.
Tan pronto como comenzó con aquel juego, lo acabó… de manera brutal y violenta, olvidándose por completo de ese fuego interno que parecía consumirlo, para dar paso al hielo y cubrirse con su máscara de cinismo, para no respetar a la mujer que sigue estremeciéndose aún sin sus caricias, para dejar que su odio lo domine. Su mano vuela rápida y certera hacia el cuello de su prisionera, apresándolo con fuerza, apretando con ansia asesina, con sed de venganza.
Los ojos marrones de Hermione se abren del asombro mientras contempla esas orbes grises que la miran con el más puro odio, la respiración se le vuelve dificultosa debido a la presión ejercida sobre su garganta, pero en ningún momento baja la mirada, desafiando a su captor, demostrándole que si es necesario morir lo hará con orgullo. A pesar de que en su corazón un sentimiento sin nombre y que trata de apagar, de enclaustrar bajo siete candados para no dejarlo salir a flote, hace que Draco Malfoy sea una parte en su vida de la que no quiere escapar, sabe que no puede ser y que no será nunca, no le importa que la mate, ni le interesa lo que le haga, por eso cuando su cara gira con fuerza para un costado, producto del increíble puñetazo que él le aplica, no suelta ni una lágrima, no mueve ni un músculo.
-Eso es por el del tercer curso.- dice Draco, hablando lentamente, tratando de controlar sus actos.
Ha perdido el dominio de su cuerpo sólo un momento, un efímero instante que basto para hacer que se diese cuenta de que su venganza no debía ser a base de heridas físicas, o no por ahora. Ya no volverá a dejarse llevar, buscará formas más sutiles de hacer que la impura hable sin perder el objetivo de su venganza: seducirla.
La escucha respirar agitadamente y voltea a mirarla, ella no se ha movido desde el brutal golpe, sigue inclinada sobre un costado y la única diferencia es que ahora una de sus manos esta posada donde comienza a formarse un moratón violáceo. Pero no se mueve, quizá sea prudencia, quizá temor, valentía… O talvez solo sea que no va a moverse, ella no es tonta.
A pesar de ser un mortífago, un asesino potencial, Draco no es un hombre miserable, detesta golpear a las mujeres, esa es la única diferencia que tiene con Lucius, de resto él y su padre son iguales, en el físico: ambos rubios, de ojos grises, con porte altivo y elegante, caminar seguro, ambos arrastran las palabras; y en el carácter: personas fuertes, decididas, soberbias, arrogantes, impulsivos, calculadores, fríos e inexpresivos, apasionados… Pero su padre suele golpear a las mujeres, él no. Aunque si tiene que ser sincero, tampoco le importaría golpearla cuando lo desobedezca, quizá y de esa forma logre aprender que él es quien da las órdenes y ella debe obedecer.
Una pequeña demostración de su poder con ella no le hará mal.
-Has sido tratada decentemente sin merecerlo, deberías estar agradecida Granger, ningún prisionero ha recibido tal trato en esta casa.- Él habla lento, saboreando las palabras. Estudiando a su presa.- Pero eso va a acabar… ¡Nott!
Hermione reacciona frente al llamado de Malfoy, recuerda a Theodore Nott, es un estudiante de Slytherin que solía pasar mucho más tiempo que ella en la biblioteca, la última vez que lo vio estaban en quinto curso. Era un chico alto, con una complexión parecida a la de un niño, cabello castaño y ojos azules. Si tuviera que describirlo con una sola palabra esa sería "solitario". Theodore Nott era un chico solitario. Nunca supo de él luego de ese año, supuso que lo habían sacado del colegio, pero no estaba segura. Y a decir verdad, tampoco le interesaba saber mucho de ese chico.
Ahora, viéndolo por primera vez en dos años, podía notar los cambios en el chico. Ya no parecía un niño muy alto, sino que sus músculos se apreciaban aún a través de la ropa, había crecido un poco más llegando casi al metro ochenta de estatura, sus ojos azules brillaban más que nunca, el cabello castaño lo llevaba cortado irregularmente pero por sobre los hombros, atado en una descuidada coleta. Y su aura parecía envolverlo, era maligno, casi perverso.
Y ella sintió miedo.
Mucho miedo.
-Espero que tu estadía en las mazmorras de aquí sea agradable, Hermione.- Pronuncia Draco.- Nott, que no reciba ningún tipo de atención, es una impura, una prisionera. Será nuestro juguete.